
Las relaciones humanas son algo complejo, pero son el motor en nuestra vida desde pequeños. En la medida que nos relacionamos con los demás, aparecen dificultades, desafíos, alegrías, emociones, oscuridad y luz. Al relacionarnos con otros, en el ámbito que sea, se nos mueven una serie de sentimientos, emociones y carencias. Aquel personaje que se nos aparece de la nada, y nos dice las palabras mágicas que quedan resonando y nos hacen reflexionar; nunca más lo volvimos a ver, pero pudo ser clave en alguna situación. Aquella relación que quizá duró más de lo necesario, pero que enseñó de lo dulce y agraz, y nos mostró qué tan pr pueden ser nuestras emociones, tanto amorosas como perversas. Esa relación duradera entre padre/madre – hijo/hija – hermanos/hermanas – amigo/amiga , con todas sus combinaciones, y que constantemente te llevan a cuestionarte y observarte, y por qué no, te pueden mostrar una serie de aspectos que no veías en ti.
Y como culminación, las relaciones de pareja, las más complejas, perturbantes, emocionantes y determinantes, las que dejan grandes huellas y/o grandes recuerdos, que incluso pueden llegar a tomar un camino impensado, y que también te hacen tomar decisiones distorsionadas. El cómo, cuándo y por qué, no sabemos con exactitud; sólo sabemos que repentinamente entramos en una vorágine que puede ser una espiral ascendente o descendente; casi como una embriaguez que nos atrapa y nos lleva a situaciones límite, para bien o para mal. Pero el caso que sea, es parte de la vida misma, es necesario, mágico e inevitable.
Compartamos más con los demás, tú eres tan importante para el otro como el otro lo es para ti. Siempre existe la enseñanza en relacionarnos honestamente, y desconocemos qué tan necesarios podemos ser para alguien, aunque sólo sea un momento. La vida se construye a partir de momentos, y con humildad en el corazón.
“¡Hay tanta gente que entra y sale de una vida! ¡Cientos de miles de personas! ¡Tienes que mantener la puerta abierta para que puedan entrar! ¡Pero eso también implica que debes dejarles salir! “ Jonathan Safran Foer