
Rabia, odio, enojo, tristeza, sentimientos que nos han rondado este último tiempo y que están latentes en el ambiente. Se nos ha enducerido el corazón y hemos dejado de ver, nos hemos salido del centro y nos hemos vuelto más grises.
En tiempos de crisis externas, no podemos dejar de reaccionar y aunque sea con indiferencia, también es una reacción. Ahora debemos ver qué emociones afloraron en este proceso, qué frustración estaba tan oculta que nos ha hecho aflorar estos sentimientos desbordantes y desequilibrantes, qué no habíamos visto y qué tema no estaba resuelto como pensábamos; quizá funcionábamos como autómatas y nos habíamos olvidado de nuestro origen. Nos habíamos alejado de lo importante. Y esta crisis lo que ha hecho, es remecernos y llevarnos a ocuparnos de nuestro interior. Sobran los análisis socio-políticos, lo que ocurrió ya está, y el devenir es incierto. Lo que queda, eres tú, y tu momento presente.
Elegirás caminar con el corazón endurecido?, o lo comenzarás a llenar de suavidad y dulzura. La risa de un niño, el cantar de las aves, el disfrutar con tus seres queridos, el enamorarte, el gesto amable, la caricia, tu canción favorita, cantar, bailar y reír. Envuélvete de esa energía positiva y liviana. No cargues con la pesadez del pesimismo y la sombra. La vida continúa, y nada es para siempre. Los bellos momentos también se construyen y tu Ser quiere que seas feliz. Namasté.
“Lo que me rodeaba también estaba dentro de mí, y para ver el mundo sólo tenía que mirar en mi interior”. Paul Auster